espressodopio
Thursday, September 10, 2009
 
- Lecturas recientes: Henning Mankell. Asesinos de rostro oculto. (Serie Wallander). Tusquets. Una novela policiaca bastante entretenida, en la que nuevamente conocemos las vicisitudes del detective Kurt Wallander, un sueco cincuentón, agobiado por conflictos personales, muy diferente a los superhéroes que pueblan las películas y las series policiacas de TV. Wallander está, sin duda, emparentado con el comisario Jaritos, el entrañable personaje de las novelas griegas de Petros Markaris. Los dos son seres humanos llegando al ocaso de sus carreras, vulnerables, con problemas familiares, responsables de resolver complicados casos de homicidio con base en su experiencia, sin depender de la tecnología ultra sofisticada de C.S.I., por ejemplo. En fin, otra buena novela de la serie Wallander. A continuación emprendí la lectura de otro libro que estaba sin estrenar en mi librero. Aquí cabe insertar una nota explicativa: las personas que me conocen se sorprenden de que cuando tengo oportunidad compro muchos libros juntos. Y los comentarios de muchas de ellas giran en torno a: “para qué quieres tantos, si no los vas a leer todos”, “no tendrás tiempo de leerlos, no seas exagerado” y cosas por el estilo. Este año, en que perdí buena parte de mis ingresos (un 70%) a partir de enero, cuando fui despedido del Ayuntamiento de M., reduje necesariamente la compra de libros y revistas, con dos consecuencias favorables: primero, constaté que la lectura de tantas revistas que adquiría (Proceso, eme-equis, Letras Libres, Nexos, Foreign Affairs, Algarabía, Vanity Fair, etc.) me restaba mucho tiempo para la lectura de libros, por lo cual este año, al no tener revistas, el ritmo de lectura de novelas, mi género predilecto, volvió a equipararse al de mi adolescencia, cuando leía al menos un volumen por semana. Segundo, ante el recorte presupuestal recurrí a los libros sin leer que ya estaban en mi casa y que yo sabía que algún día tendría la oportunidad de disfrutar. Gracias a eso he contado con material de lectura para estos meses de frugalidad obligada. El libro que empecé a leer después era: Tratado de las Pasiones del Alma, de Antonio Lobo Antunes, de estructura complicada y gran riqueza de lenguaje, lo que lo vuelve una lectura difícil. Eso se juntó con el stress a que estaba sujeto por estar esperando ansiosamente un pago, lo que me hizo dejarlo provisionalmente. En su lugar escogí un libro light: Paraísos duros de roer, de Rafael Pérez Gay, otro volumen pendiente de lectura desde la FIL de 2006. Pérez Gay es uno de mis autores favoritos, pero este libro lo había pospuesto porque al hojearlo (y ojearlo) me pareció que alguna de las historias ya la había leído, concretamente la de la medium enana de Tlalpan. Ahora que lo leí confirmé eso, pues seguramente apareció un avance en Nexos o en algún suplemento cultural. Como lo imaginé, se trató de una lectura mucho más sencilla que la de Lobo Antunes. imagenAhora estoy con otro de la serie Wallander: El hombre sonriente, pero tengo pendiente el regreso a Lobo Antunes.

(Lo que sigue lo escribí unos dos meses después). Concluí la lectura de La Leona Blanca, de Henning Mankell, interesante novela policiaca que transcurre no sólo en el tradicional escenario sueco del inspector Wallander, sino que ahora gran parte de la trama se desarrolla en Sudáfrica e incluye los preparativos de un atentado contra Nelson Mandela. Así que además del suspense, se entera uno de aspectos básicos de la historia contemporánea de ese país que pronto se pondrá de moda con motivo del Mundial del 2010. 9788408083658Después leí Marina, de Carlos Ruiz Zafón, obra previa a su celebrado best-seller La sombra del viento. Y oh decepción: la novela transcurre exactamente en los mismos escenarios de La sombra… las mismas avenidas desiertas y brumosas de la Barcelona franquista, las mismas mansiones abandonadas y con aspecto fantasmal, los mismos personajes con capas y sombreros de ala ancha, las mismas edificaciones góticas solitarias en las que se entreven algunos rostros tras las cortinas, etc. Por disciplina la concluí pero la verdad no me gustó nada.

9786077638070Caso contrario es el de Bufo & Spallanzani, de Rubem Fonseca, que hasta donde voy (unas 70 páginas) está divertídisima, además de que cuenta con una estructura narrativa poco usual. Seguiremos reportando.

Ahora estoy leyendo A wild sheep chase, de Haruki Murakami. Lo compré en inglés en la Gandhi pues su precio era de 199 pesos frente a los más de 300 que cuesta en español en la versión de Anagrama (La caza del carnero salvaje). Es una novela publicada en 1982 muy "pacheca", pero entretenida. Desde sus primeras novelas Murakami cuenta con un estilo muy propio, en el que la música, en este caso rock y pop de los setentas juegan un papel preponderante, y sus personajes principales, masculinos y femeninos, son jóvenes con una cierta actitud nihilista. Al respecto transcribo aquí unas reseñas que encontré: UN DESENCANTADO TREINTAÑERO, SUPERVIVIENTE DE SU PROPIA JUVENTUD, TIENE CON UN SOCIO MÁS O MENOS ALCOHÓLICO UNA PEQUEÑA AGENCIA DE PUBLICIDAD Y TRADUCCIONES. EN UNA DE SUS CAMPAÑAS PUBLICITARIAS HA PUBLICADO UNA FOTOGRAFÍA QUE LO PONDRÁ EN EL PUNTO DE MIRA DE UN PODEROSÍSIMO GRUPO INDUSTRIAL, VERDADERO IMPERIO ECONÓMICO Y TAMBIÉN POLÍTICO. Y A PARTIR DE AQUÍ, SE VERÁ LANZADO A UNA ARDUA INVESTIGACIÓN, DIGNA DE LAS MEJORES NOVELAS POLICÍACAS AMERICANAS: ANTES DE UN MES DEBE ENCONTRAR EL LUGAR DONDE FUE HECHA LA FOTOGRAFÍA Y EL ANIMAL QUE APARECE EN ELLA. SI NO LO HACE LE CONVERTIRÁN EN UN PARIA EN SU PROPIA SOCIEDAD. EL LECTOR, JUNTO CON EL PROTAGONISTA, SE INTERNARÁ EN ESTA BÚSQUEDA DEL CARNERO MÍTICO QUE, CUANDO ES MIRADO POR ALGUIEN A QUIEN ÉL ELIGE, POSEE AL ESPECTADOR. UN CARNERO QUE –DICE LA LEYENDA– SE APODERÓ DE GENGIS KHAN Y QUE TAL VEZ NO SEA MÁS QUE LA ENCARNACIÓN DEL PODER ABSOLUTO. -UNA NOVELA DE FASCINANTE LECTURA- (SANTIAGO AIZARNA, EL DIARIO VASCO); -UNO DE ESOS LIBROS QUE RECOMIENDAS A UN AMIGO CUANDO INTENTAS SORPRENDERLE- (JUANA ROMERO, CRÍTICA).

 
Tuesday, April 08, 2008
  Javier Marías
El primer libro que compré de este autor fue el multipremiado y muy recomendado por la crítica Mañana en la batalla piensa en mí. Esto debe haber sido allá por 1996 o 97. Tengo que confesar que inicié su lectura unas tres veces y no podía avanzar más allá de una centena de páginas. Su prosa espesa, abigarrada, intimista, detallista, no me prendía como lector. El libro permaneció entre los pendientes hasta que un nuevo intento por leerlo me condujo al descubrimiento de quien es hoy uno de mis autores favoritos. Ese proceso de introspección por el que atraviesan los narradores de algunas de sus novelas me ha brindado algunos de los momentos más disfrutables (no sé si sea esta la palabra adecuada) de los últimos tiempos. El final de esta novela, una vez que se superan las dificultades iniciales de lectura, es totalmente imprevisible.

Transcribo en seguida una nota que aparece al respecto en el sitio web dedicado a Javier Marías:

Como sucede en las últimas novelas de Javier Marías, la primera frase ya dice mucho, quizá demasiado: "Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que ya no verá más su rostro cuyo nombre recuerda". 
Esto es lo que le ocurre al narrador de su nueva y extraordinaria novela. Víctor Francés es guionista de televisión y "negro" o "escritor fantasma", encargado de redactar los discursos de los hombres importantes e ignorantes. Divorciado recientemente, es invitado a cenar a su casa por Márta Téllez, mujer casada cuyo marido está de viaje en Londres y madre de un niño de casi dos años. Tras la cena galante, el hombre y la mujer pasan al dormitorio, donde, "aún medio vestidos y medio desvestidos", Marta Téllez empieza a sentirse mal hasta que agoniza y muere en una escena sobrecogedora. Esa infidelidad no consumada se convierte así en una especie de "encantamiento", con problemas bien reales e inmediatos: qué hacer con el cadáver, avisar o no avisar, qué hacer respecto al marido, qué hacer con el niño dormido, qué diferencia hay entre la vida y la muerte. Víctor Francés tomará pronto sus decisiones, o más bien no las tomará y se irá dejando llevar por sus pasos, inofensivos unas veces y otras envenenados. Conocerá a la familia de su muerta, al padre, Téllez, viejo académico y cortesano; al marido, Deán, con su capacidad de comprensión y de inclemencia infinitas; a la hermana menor, Luisa, a quien seguirá sin propósito. Y se irá poniendo en situación de contar su secreto a quienes no debe. En un Madrid invernal y nocturno, dominado por la niebla o por las tormentas como una isla sitiada, el narrador se convertirá en una sombra que no quiere ni busca nada y, sin embargo, va encontrando: al Unico, para quien deberá escribir un discurso, en una hilarante escena palaciega; a su amigo Ruibérriz de Torres, aficionado al hipódromo y que lleva pintada en la cara su esencia de sinvergüenza; a la puta Victoria de otra larga noche de su pasado en la que confundió su rostro con otro nombre. Y entretanto una maldición va resonando: "Mañana en la batalla piensa en mí, y caiga tu espada sin filo: desespera y muere". 
Una vez más, la escritura asombrosa de Javier Marías sume al lector en un hechizo del que no querrá salir. Con aún mayor fuerza que en sus anteriores éxitos, Todas las almas y Corazón tan blanco, el autor logra una intensa narración sobre algunos asuntos que nos atañen a todos: sobre el ocultamiento, sobre los hechos y las intenciones, sobre el actuar sin saber, sobre la voluntad que casi nunca se cumple, sobre la negación de las personas que una vez quisimos, sobre el olvido que hace de todo "viaje hacia su difuminación lentamente", sobre la indecisión, sobre la despedida y finalmente sobre el engaño, que quizá "es nuestra condición natural, y en realidad no debería dolernos tanto".




 
Wednesday, March 19, 2008
  Haruki Murakami
Hace más o menos dos años leí en el suplemento cultural de Cambio (uno de los escasos periódicos michoacanos que vale la pena y vaya que abundan los que se publican) una crónica muy favorable sobre las novelas de Haruki Murakami, escritor japonés nacido el mismo año que yo, y con quien ahí mismo me enteré que comparto algunas aficiones, como el jazz y el beisbol. Era tan elogiosa y contagiante la nota del periódico que esa misma semana me dí a la tarea de buscar alguna novela de Murakami en las también muy escasas y mal surtidas librerías morelianas. La primera que conseguí fue Sputnik mi amor. Más tarde, ya inoculado por la prosa de HM, conseguí Tokio blues. Norwegian Wood. Luego, en la FIL Guadalajara 2006, compré la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo y la que en ese tiempo era la gran novedad de la feria: Kafka en la orilla. La única que no podía conseguir era: Al sur de la frontera, al oeste del sol. M y yo recorrimos toda la FIL preguntando inútilmente por ella. Afectado por algo parecido al drug craving o withdrawal symptom arrastré a M. a buscar (qué fea palabra) esa novela en muchas librerías de Guadalajara y luego de la ciudad de México, hasta que después de varias semanas la encontramos en El Péndulo de la Condesa (creo, aunque con los avances del alemán no estoy muy seguro). Esa búsqueda desesperada me hizo recordar aquéllas exploraciones por las librerías de Insurgentes Sur (la Zaplana, la de Cristal, la de la UNAM) en espera de conseguir un nuevo libro de Vargas Llosa, de Cortázar o de García Márquez en la cada vez más lejana segunda mitad de los sesenta.

Pero más allá de estos detalles anecdóticos, la verdad es que me convertí en fan de Murakami. Antes que a él había leído a Mishima y a Kawabata, autores japoneses mucho más tradicionales. Creo que lo que escribió Mishima cuando en 1968 le concedieron el Premio Nobel de Literatura a Yasunari Kawabata sintetiza bien quiénes son ellos dos: "Kawabata -dice Mishima- ha conservado en su propia obra las más frágiles y más elegantemente misteriosas tradiciones japonesas y, al mismo tiempo, se ha paseado por los peligrosos senderos de este país que se ha lanzado temerariamente a la modernización. Ese paseo del espíritu por la cuerda floja va siempre envuelto en el estilo hermoso y delicado de Kawabata; su desesperación ante los tiempos modernos se ha combinado siempre con la serenidad de la belleza clásica". El suicidio de ambos (el de Mishima en un ritual multitudinario y el de Kawabata inhalando gas en soledad) me da pie a pensar que se sintieron derrotados ante el avance de esa modernidad amenazadora que asolaba al Japón después de la Segunda Guerra Mundial. Murakami, por su parte, es fruto de esa modernidad: disfruta de la música occidental, la que incluso forma parte de sus obras no sólo como un soundtrack literario, sino en algunos casos, como en Kafka en la orilla o en Tokio blues, como protagonista. Sus personajes viajan por todo el mundo, se integran a la globalización, pero no por ello son menos japoneses y se siguen interrogando sobre el papel que jugó el militarismo de su país en la derrota de 1945 y sus consecuencias para las nuevas generaciones.

Aquí presento las sinopsis de Tusquets sobre las obras de Murakami. (Me falta Sauce ciego, mujer dormida, relatos aparecidos en este año).



Crónica del pájaro que da cuerda al mundo

Tooru Okada, un joven japonés que acaba de dejar voluntariamente su trabajo en un bufete de abogados, recibe un buen día la llamada anónima de una mujer. A partir de ese momento la vida de Tooru, que había transcurrido por los cauces de la más absoluta normalidad, empieza a sufrir una extraña transformación. A su alrededor van apareciendo personajes cada vez más extraños, y la realidad, o lo real, va degradándose hasta convertirse en algo fantasmagórico. La percepción del mundo se vuelve mágica, los sueños son realidad y, poco a poco, Tooru Okada deberá resolver los conflictos que, sin sospecharlo siquiera, ha arrastrado a lo largo de toda su vida. Crónica del pájaro que da cuerda al mundo pinta una galería de personajes tan sorprendentes como profundamente reales. El mundo cotidiano del Japón moderno se nos aparece de pronto como algo extrañamente familiar.

Sputnik mi amor


Perdidos en la inmensa metrópoli de Tokio, tres personas se buscan desesperadamente intentando romper el eterno viaje circular de la soledad; un viaje parecido al del satélite ruso Sputnik, donde la perra Laika giraba alrededor de la Tierra y dirigía su atónita mirada hacia el espacio infinito. El narrador, un joven profesor de primaria, está enamorado de Sumire, a quien conoció en la universidad. Pero Sumire tiene una única obsesión: ser novelista; además se considera la última rebelde, viste como un muchacho, fuma como un carretero y rechaza toda convención moral. Un buen día, Sumire conoce a Myû en una boda, una mujer casada de mediana edad tan hermosa como enigmática, y se enamora apasionadamente de ella. Myû contrata a Sumire como secretaria y juntas emprenden un viaje de negocios por Europa que tendrá un enigmático final. (Las secuencias en el Mar Egeo son inolvidables para mí por cierta relación tangencial con la Grecia contemporánea).

Tokio blues. Norwegian Wood.
Toru Watanabe, un ejecutivo de 37 años, escucha casualmente mientras aterriza en un aeropuerto europeo una vieja canción de los Beatles, y la música le hace retroceder a su juventud, al turbulento Tokio de finales de los sesenta. Toru recuerda, con una mezcla de melancolía y desasosiego, a la inestable y misteriosa Naoko, la novia de su mejor –y único– amigo de la adolescencia, Kizuki. El suicidio de éste les distancia durante un año hasta que se reencuentran en la universidad. Inician allí una relación íntima; sin embargo, la frágil salud mental de Naoko se resiente y la internan en un centro de reposo. Al poco, Toru se enamora de Midori, una joven activa y resuelta. Indeciso, sumido en dudas y temores, experimenta el deslumbramiento y el desengaño allá donde todo parece cobrar sentido: el sexo, el amor y la muerte. La situación, para él, para los tres, se ha vuelto insostenible; ninguno parece capaz de alcanzar el delicado equilibrio entre las esperanzas juveniles y la necesidad de encontrar un lugar en el mundo.


Al sur de la frontera, al oeste del Sol

Hajime, el narrador, nació «la primera semana del primer mes del primer año de la segunda mitad del siglo XX», una fecha singular, como su nombre: «Principio» en japonés. Sin embargo, le marcó mucho más el hecho de ser hijo único, porque en las demás familias, si no eran dos hermanos, eran tres; si no eran tres, eran dos. De ahí que su mejor amiga de la infancia fuera otra hija única, Shimamoto, con la que compartió secretos y aficiones hasta que, tras la escuela primaria, perdieron el contacto. Muchos años después, Hajime, que vive una existencia relativamente feliz –se ha casado, es padre de dos niñas y dueño de un club de jazz–, se reencuentra con Shimamoto. La atracción renace. Y Hajime, obsesionado, parece dispuesto a dejarlo todo por ella...Con inquietante sutileza, Murakami destila en esta trama clásica –un amor perdido y recobrado, la consumación de una promesa de plenitud– la indefinible sensación de desajuste con el mundo que acucia al hombre contemporáneo.


Kafka en la orilla
Kafka Tamura se va de casa el día en que cumple quince años. La razón, si es que la hay, son las malas relaciones con su padre, un escultor famoso convencido de que su hijo habrá de repetir el aciago sino del Edipo de la tragedia clásica, y la sensación de vacío producida por la ausencia de su madre y su hermana, a quienes apenas recuerda porque también se marcharon de casa cuando era muy pequeño. El azar, o el destino, le llevarán al sur del país, a Takamatsu, donde encontrará refugio en una peculiar biblioteca y conocerá a una misteriosa mujer mayor, tan mayor que podría ser su madre, llamada Saeki.
Si sobre la vida de Kafka se cierne la tragedia –en el sentido clásico–, sobre la de Satoru Nakata ya se ha abatido –en el sentido real–: de niño, durante la segunda guerra mundial, sufrió un extraño accidente que lo marcaría de por vida. En una excursión escolar por el bosque, él y sus compañeros cayeron en coma; pero sólo Nakata salió con secuelas, sumido en una especie de olvido de sí, con dificultades para expresarse y comunicarse... salvo con los gatos. A los sesenta años, pobre y solitario, abandona Tokio tras un oscuro incidente y emprende un viaje que le llevará a la biblioteca de Takamatsu. Vidas y destinos se van entretejiendo en un curso inexorable que no atiende a razones ni voluntades. Pero a veces hasta los oráculos se equivocan.

Estaba en deuda conmigo mismo por no haber actualizado este blog. Con este post cubro en alguna medida ese pasivo, resumiendo finalmente que en estos dos años disfruté enormemente la lectura de estos relatos de Murakami.
 
Wednesday, September 13, 2006
  La velocidad de la luz
La velocidad de la luz de Javier Cercas (Tusquets, 2005) cuenta la relación entre el narrador (nuevamente, como en el caso de la novela de Semprún, el propio autor), y Rodney Falk, "un tipo huraño y lúcido, corroído en secreto por una experiencia devastadora", la de la guerra de Vietnam. Ambos se conocen en una universidad estadounidense -Javier Cercas trabajó durante dos años en la Universidad de Illinois-, en donde colaboran en el departamento de español.

Según Tusquets, la novela es "una indagación radical e insólita en la infinita estupidez de la guerra y en la infinita estupidez del éxito". Tras el gran éxito de su anterior novela, Soldados de Salamina (2001), que incluso fue llevada al cine por David Trueba (2002), Cercas tardó varios años en publicar una nueva obra. Y en esta, valiéndose de un narrador muy conciente de sí mismo y con varios rasgos autobiográficos, aborda la amistad entre dos personajes disímbolos: Rodney Falk, un outcast norteamericano, atormentado por su pasado de combatiente de élite en Vietnam del Sur, y un profesor español aspirante a escritor, muy parecido al propio Cercas, que traban amistad en Urbana, Illinois, la típica ciudad académica norteamericana.

No sé si he tenido mucha suerte o me he vuelto muy intuitivo en cuanto a las novelas que adquiero. Esta, al igual que las de Javier Marías, la de Semprún, la de Vargas Llosa, que son las que he leído últimamente, me gustó mucho. La remembranza de principios de los setenta en el vecino país del norte, la oposición a la guerra de Vietnam por los jóvenes universitarios, las atrocidades de la guerra, el regreso sin gloria de quienes por primera vez en la historia perdieron una guerra en la que participaba su país, todo eso revivió muchos recuerdos personales. Y por otra parte, las andanzas de alguien que quiere ser escritor, quien posteriormente no sabe cómo enfrentar el éxito inesperado que obtiene con una de sus novelas, también resulta interesante, es una verdadera catarsis en la que los lectores jugamos el papel de psicoanalistas o, al menos, de sus compañeros de un grupo de ayuda mutua.

Todo lo anterior, más el contrapunto que se da entre ambas vidas, la inestabilidad emocional de ambos personajes, convierten a esta novela de Javier Cercas en una lectura muy recomendable.

 
Friday, August 25, 2006
  Notas sobre lecturas recientes II

Las travesuras de la niña mala. Mario Vargas Llosa.

En los primeros capítulos, que narran las desventuras amorosas de Ricardo con Lily la chilenita, la camarada Arlette, Mme. Arnoux, Mrs. Richardson, Kuriko (la esclava sexual del señor Fukuda) -todas ellas la misma mujer de quien Ricardo Somocurcio está enamorado desde los doce años- me identifiqué con los celos que lo aquejan cada vez que ella aparece y desaparece de su vida. Las reacciones emocionales que van creciendo en el narrador conforme avanza en la vida se parecen a algunas que yo tuve en algunos momentos de mi propia vida. La diferencia, si acaso hay alguna, es que al protagonista de la novela le ocurre siempre con la misma mujer, lo que cambia es el escenario.

Y más allá de las reacciones personales, he leído algunas críticas a esta novela que señalan que Vargas Llosa está en plena decadencia, que su narración carece de complejidad, que avanza linealmente, sin contrapuntos. A mi, por el contrario, me parece que esta vez Vargas Llosa cambió los planos sobre los que desarrolla la novela: generalmente sus novelas tenían varios planos temporales; hoy las coordenadas se movieron a los planos espaciales: así, la acción se desarrolla primero en Lima, luego en París, más adelante en Londres, en Tokio y concluye en Madrid. El tour me recuerda aquél de Jarmusch en Night and day, en donde aborda historias de taxistas empezando en Los Angeles y concluyendo en Helsinki.

De cualquier manera, la novela me gustó y la leí con fruición. Nunca está de más una historia interesante, bien narrada, aunque parezca muy simple. Y más si narra las desventuras de un idiota como lo he sido yo mismo en varios tiempos (y con varias mujeres), enfrentado a una real bitch.
 
Monday, August 21, 2006
  Notas sobre lecturas recientes


Aquí escribiré sobre literatura, cine, música y otros tópicos que me interesan. De política no, pues para eso está el Observatorio Purhépecha. De amor tampoco (creo que sigo siendo muy pudoroso). Mis primeros comentarios serán sobre mis lecturas recientes: Las travesuras de la niña mala de Vargas Llosa y Veinte años y un día, de Jorge Semprún

A Jorge Semprún lo leí por vez primera a fines de los setenta o principios de los ochenta. Recuerdo que su Autobiografía de Federico Sánchez me llamó mucho la atención por su abordaje de las andanzas clandestinas de F. Sánchez (el propio Semprún) en España como miembro de la dirigencia del Partido Comunista de España (PCE) en la época del franquismo, obviamente 0ilegal en esos tiempos, así como por su narración de las luchas internas entre los jóvenes comunistas (Fernando Claudín y él, principalmente) y la nomenklatura, sujeta a los dictados de Moscú. Por aquellos tiempos me enteré también de que era el autor, entre otros, de los guiones cinematográficos de La guerre est finie y Stavisky para Alain Resnais, Z, La confesión y Section Spéciale para Costa-Gavras y Las rutas del sur para Joseph Losey. Todo ello le brindaba un aura de intelectual comprometido, como se decía entonces, lo que lo volvía aún más digno de admiración. Luego me enteré de que fue Ministro de Cultura en el gobierno socialista de Felipe González en España y hace como un año me topé con su novela Veinte años y un día en alguna librería de la ciudad de México. La compré y la dejé reposar en el librero hasta que hace unas semanas la seleccioné para leerla.

Se trata de una obra que mezcla la ficción con la realidad. En cuanto a la estructura hay un narrador que no podría calificar como omnisciente, sino muy consciente de sí mismo y de su papel. Digo esto porque en algunos pasajes (cito de memoria) dice cosas como: "este personaje no podría saber eso, puesto que ocurrió anoche y él todavía no se entera". En otros pasajes sabemos que el narrador es Federico Sánchez, es decir, el mismo Jorge Semprún, actuando en la clandestinidad durante el franquismo. Y la ficción consiste, supongo, en la invención de los personajes de la familia Avendaño y del gringo Leidson, que interactúan con personajes reales como el torero y empresario taurino Domingo Dominguín, el abuelo de Miguel Bosé. con Ernest Hemingway, con el propio Federico Sánchez, con Benedetto Croce, con García Lorca, etc.

La obra narra los acontecimientos de la celebración en 1956, veinte años después de ocurridos los hechos, de una ceremonia expiatoria mediante la cual los Avendaño recuerdan el asesinato de uno de los hermanos (el menor) a manos de los campesinos y peones de su hacienda La Maestranza, en Toledo, al inicio de la Guerra Civil española. Alrededor de esa ceremonia ocurren una serie de acontecimientos de todo tipo: persecuciones político policiales, encuentros literarios e intelectuales, relaciones incestuosas, remembranzas del Madrid de esos años, celebraciones de la burguesía española de los años treinta, descripciones gastronómicas, todo lo cual gira alrededor de la descripción de un cuadro (Judit y Holofernes) de la pintora post renacentista Artemisia Gentileschi.

Me pareció una novela rara por su estructura y narrador, pero muy interesante, por lo cual me parece muy recomendable. Creo que sería muy útil como material de análisis en un taller de narrativa.
 
Notas sobre literatura, cine, música y otros tópicos que me interesan. No son la Neta sino meros apuntes sobre cuestiones que me parecen destacables.

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